AQUÍ EL ENEMIGO

El enemigo      Llevo varias semanas intentando encontrar un hueco para escribir una entrada sobre la amistad en educación y he aquí que me encuentro escribiendo otra totalmente distinta y dedicada al enemigo.

       El caso es que acudí, pongamos ayer, a hablar con una profesora de mi hija y me sentí profundamente maltratada. No es que fuese ella especialmente antipática, grosera o desagradable conmigo,no, no fue así. Simplemente me trató como gran parte del profesorado tratamos a las familias: como si fuese el ENEMIGO.

Salí tan afectada de la entrevista, sería excesivo llamarlo encuentro, que no paraba de revisar mentalmente cómo trato yo a los padres y madres que vienen a visitarme, con miedo de que, inconscientemente, en algún momento hubiese hecho que se sintieran tan humillados como yo me sentía en aquel momento. Afortunadamente, como nuestro ego tiende a salvaguardar la autoestima, no salí muy mal parada de mi examen de conciencia. Pero el asunto me dio mucho que pensar.

Quiero dejar aquí algunas reflexiones acerca de cómo no es, y yo creo que debería ser, la relación de nosotros-profesorado con nosotros-familias, porque no podemos olvidar que  también tenemos hijos e hijas y que asumimos el rol de profesorado o de familias dependiendo del contexto. Por tanto, sería de esperar que tratásemos a los demás del mismo modo que queremos ser tratados. Estas reflexiones mías se las dedico al «ENEMIGO«.

En primer lugar me parece increíble que un padre o una madre tenga que rellenar poco menos que algunos formularios e instancias para poder comentar con el profesorado que atiende a sus hijos e hijas lo que le parezca sobre las educación de los mismos. Es cierto que los tutores y tutoras son fácilmente accesibles y a las familias se les informa del horario y el modo de contactar con ellos, pero no pasa lo mismo con el resto de profesorado, existiendo centros en los que cualquier cuestión a tratar debe pasar por el filtro de la tutoría. No entiendo la lógica de esta medida a no ser que su objetivo sea el de proteger al profesorado del intenso acoso a que se ve sometido por parte del ENEMIGO, o el de desanimar a las familias, perdón: al ENEMIGO, de cualquier intento de contacto por iniciativa propia. Me gustaría que los centros tuvieran establecido un sistema fácil de acceso a todo el profesorado de manera que las familias pudiéramos citarnos con cualquiera sin interminables rodeos, y que dicho sistema fuese difundido como lo es el horario de tutorías. Es más, me gustaría poder llegar al centro de mis hijas sin tanta ceremonia y poder entrar libremente y sentir que entro en un lugar propio del que formo parte desde mi rol de madre igual que en mi centro formo parte desde mi rol de profesora. Claro que para que eso fuese así las familias tendríamos que ser miembros de la Comunidad Educativa más allá del BOJA, los Reales Decretos y los Consejos Escolares.

Me gustaría también ser tratada como una igual, que no me atiendan en la puerta o en un aula en la que me vea obligada a sentarme en un pupitre frente a la mesa del profesor. Puede parecer una tontería pero el uso de los espacios es muy simbólico y transmite un significado tan claro como las palabras. Quiero ser tratada como quien tiene derecho, no sólo a la información unidireccional y jerárquica, sino también a expresar libremente su opinión sobre el proceso educativo de sus hijos e hijas, sobre los contenidos que se trabajan, sobre cómo se trabajan y sobre cómo se evalúan. Con el respeto con el que se tratan los iguales, los amigos, los que comparten un objetivo e interés, los que buscan juntos caminos para la mejora. Es más, me gustaría que mi opinión, y la de todos los padres y madres, se tuviera en cuenta en la toma de decisiones sobre lo que pasa en las aulas, en los pasillos y en el recreo. Y no quiero que me riñan o que me culpen o que me juzguen sin saber nada de mí, de lo que soy, de lo que pienso, de la relación que mantengo con mis hijas….

NO SOMOS EL ENEMIGO. Así que ya está bien de escudarse en que las familias no conocemos el funcionamiento de los centros, en que vamos exigiendo, en que sólo justificamos a nuestros hijos e hijas. Cuéntennos cómo funciona el centro, trátennos con respeto, abran las puertas de los centros y déjennos entrar. No vamos a derribar sino a construir. Somos LAS FAMILIAS.

Escuela pública

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7 respuestas a AQUÍ EL ENEMIGO

  1. Pepa L. dijo:

    Nunca lo hubiera expresado yo mejor. Totalmente de acuerdo con lo que expresan tus palabras. Un abrazo.

  2. Dori dijo:

    Me ha gustado mucho tu entrada Carmen. Por fin alguien que no me quiere tratar como «enemiga» cuando quiero interesarme por la trayectoria curricular de mi hijo. También es habitual recibir un trato que no es menos insultante y que consiste en darte palmaditas en la espalda mientras que te dirigen amablemente a una salida y de paso te dejan caer que allí está todo controlado y no tienes que preocuparte por nada. Es un trato degradante, que te incapacita como parte de la comunidad educativa y que deja patente la clara jerarquía. Creo que los padres y madres tenemos mucho que decir en todo esto, somos seres libres, autónomos que no queremos ser adoctrinados en la charla del AMPA de turno por el inspector de turno que en definitiva pretende entonar un «mea culpa» colectivo, para ellos seguir con sus conciencias tranquilas en sus despachos. Estoy harta del maniqueismo en este mundillo, de los malos, los buenos, estoy harta de padres y madres que no luchan por ocupar su lugar, pero también de profesores mediocres que se sienten competentes sólo por llevar esa burocracia vacía más o menos al día. Hay que tener claro que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Un beso.

  3. Isabel Hidalgo dijo:

    Como no podía ser de otra forma, encantada de leer una entrada coherente sobre la relación familia-centro educativo. Qué razón llevas cuando hablas de que mientras no entendamos todos que el OBJETIVO es común, no empezará una verdadera educación. Buen trabajo.

  4. Aster Navas dijo:

    Gracias, Carmen: tu post analiza perfectamente los prejuicios y las fobias que tanto daño hacen a la relación familia-centro.
    Pura terapia

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